El póster de la Copa del Mundo de Fútbol es fantástico. Dicen que está inspirado en un viejo cartel con el retrato del líder congoleño Patrice Lumumba. Es toda una declaración de intenciones.
Incluyo aquí porque quiero que quede para el recuerdo. El Mundial ha sido entretenido, desconcertante desde el principio. Yo iba con los argentinos, a pesar de Maradona, genial el espectáculo de amor y desamor de los argentinos con su viejo líder-entrenador. Siempre a dos pasos de la catarsis nacional y del despellejamiento.
De pronto, me encuentro apostando por ¡Uruguay! … para el tercer puesto. Forlan, otro impetuoso.
El primero, para la Furia española. Me supieron a gloria las lágrimas alemanas. Llora Merkel, llora el periodista que quiere que Grecia venda sus islotes y su dignidad. Ni idea de fútbol, nadie vaya a creer que de la noche a la mañana me convierto en experta en esféricos y córners, pero allá donde centellee la pasión allá se vuelve mi curiosidad.
Y este Mundial de Fútbol , aun sin Madiba Mandela, desborda de pasión.
Si ganamos al tanque alemán, ya hemos ganado.
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